jueves, 13 de agosto de 2015

El Apocalipsis


Queridos hermanos evangélicos: 

Me extraña mucho que haya entre ustedes personas que califican a otros como «el demonio» o no quieran dar la mano a alguien porque dicen que tiene el «sello» en la mano derecha. Otros dicen que el Papa de Roma tiene en la frente el número 666 y no faltan los que dicen que algunos productos de comida tienen el sello del demonio en sus cajitas.

¡Qué ignorancia tan grande! Y lo peor es que todo lo quieren justificar con la Biblia en la mano.

Hermanos y amigos, debemos leer bien la Biblia y no interpretarla a nuestro gusto. La Sagrada Escritura no es un libro para meter miedo, y menos aun para calumniar a personas inocentes con falsas interpretaciones bíblicas. Es un pecado muy grave contra la Ley de Dios: «No des falso testimonio contra tu prójimo» (Ex. 20, 16). ¿No dijo el apóstol Pedro que debemos ser prudentes con nuestras interpretaciones bíblicas?: «Ninguna profecía de la Escritura es algo que cada cual pueda interpretar por sí solo» (2 Pedro 1, 20). Así que nadie por falta de comprensión diga tonterías con la Biblia en la mano. 

En esta carta les voy a hablar del número 666, del sello (o marca) de la Bestia. En otras oportunidades les he hablado del «fin de los tiempos» y del «anticristo». Conviene que lean primeramente con atención esas cartas anteriores para comprender mejor la reflexión de hoy. 

Tomen la Biblia y mediten con atención los textos bíblicos que les voy a citar. No les quiero hablar con mentiras ni menos con verdades a medias. Solamente que-remos buscar la verdad acerca de Dios y los hombres y es esa verdad la que nos hará libres (Jn. 8, 32). 

1. El Número 666 

¿En qué libro de la Biblia aparece eso del sello? Este texto aparece en Apocalipsis 13, 15-18. 

Es un texto muy misterioso y difícil de comprender. Por eso antes de explicar esta cita bíblica les debo decir algo acerca del libro del Apocalipsis en general, si no, nunca vamos a comprender lo que el sagrado escritor quiso decir a fondo. 

¿Cómo debemos entender el libro del Apocalipsis? 

Este libro fue escrito más o menos en el año 100 después de Jesucristo. Eran tiempos difíciles para los cristianos porque el imperio romano perseguía a todos los creyentes. Los cristianos vivían casi escondidos y no podían hablar en público. Menos podían escribir y publicar sus cartas. Por eso el autor de este libro, para animar a los creyentes, publicó su escrito clandestinamente y usó una manera de escribir muy misteriosa, con signos e imágenes que solamente los entendidos podían comprender. Esta forma de escribir se llamaba «el estilo apocalíptico» (de revelaciones). Era una forma de escribir muy común en aquella época. Con llamativas imágenes y grandiosas visiones ficticias, el sagrado escritor quiere explicar «los últimos tiempos» que es «la lucha del poder político romano contra los elegidos de Dios» (la Iglesia de Cristo). Muchos signos, símbolos y cifras en forma muy sofisticada son como un juego para que los lectores entendidos puedan reconocer su propia realidad e identificar personajes u acontecimientos de aquel tiempo. 

2. El gran mensaje 

El gran mensaje de fondo del Apocalipsis es el siguiente: Cristo resucitado es el centro de la historia; el mundo ahora es el escenario de la lucha entre la Iglesia, encabezada por Cristo, y las fuerzas del demonio. Los cristianos son llamados a dar un valiente testimonio.

Este escrito no es un libro para asustar, ni es un libro terrorífico, sino que se trata de un libro de gran esperanza. Hermanos, cuando leemos este libro debemos siempre buscar este sentido profundo y no debemos tomar al pie de la letra las imágenes, los signos, o los símbolos. Son visiones e imágenes inventadas por el escritor para entregar un mensaje muy profundo. 

¿Qué dice el texto de Apocalipsis 13, 16-18? 

Leemos: «La bestia ha logrado, asimismo, que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente; y nadie podrá comprar ni vender si no está marcado con el nombre de la bestia o con la cifra de su nombre. Aquí verán quién es sabio. Si ustedes son entendidos, interpreten la cifra de la bestia. Se trata de un hombre y su cifra es 666». 

Hermanos, la primera lectura de este texto nos parece muy extraña, es muy difícil comprender este texto tal como está. Pero debemos ver estos versículos en todo su contexto. 

3. El significado 

¿En qué contexto aparece este texto? 

Este texto es una parte de una gran visión en el cielo que nos narra Juan en los capítulos 12 y 13 de su libro. Es la gran visión de la batalla de la mujer contra el dragón y las dos bestias. Encontramos aquí muchos símbolos, signos que se refieren a personajes y acontecimientos de aquel tiempo. 

Esta visión de Juan trata de la batalla final contra Satanás. Se presentan las dos tropas que van a pelear: por un lado la mujer (= el pueblo de Dios) y, por el otro, el dragón (=Satanás) con sus dos aliados en la tierra: una bestia que viene del mar (que representa el poder político romano, que persigue a los cristianos) y otra bestia que viene de la tierra (que representa las falsas religiones que competían con el cristianismo). Como hemos dicho, son todas imágenes fantásticas y visiones ficticias que se refieren a hechos concretos de aquel tiempo. 

La segunda bestia (la de las falsas religiones) es la que está marcada con el 666 (Apoc. 13, 11): Este texto nos hace ver que esta segunda bestia se parece al Cordero, pero hablaba como el dragón (=el monstruo, el demonio). Es la figura de las falsas religiones que competían con el cristianismo. Falsas religiones que ofrecían una religión celestial, pero que no condenaban los pecados de la primera bestia (=los pecados del mundo romano y su corrupción), vers. 11: «Esta bestia hablaba con el monstruo». Esto es muy importante: quiere decir que son falsas las religiones que tienen a Jesús en la boca pero callan sistemáticamente la injusticia y predican la resignación al mal y la sumisión al poder terrenal. En todos los tiempos y sobre todo en los sistemas dictatoriales, ha habido personas que «han hablado con el monstruo». Es decir, que han buscado halagarlo y aplaudirlo sin importarles los crímenes cometidos por él. Eso se ha dado también en Chile tanto de parte de católicos como de evangélicos. ¡Qué responsabilidad tan grande la de quienes en lugar de ser luz por denunciar abusos y atropellos vendieron su conciencia por un plato de lentejas! Este es el sentido apocalíptico de «hablar con la bestia» y la tentación del cristiano de todos los tiempos.

4. El servilismo religioso 

Vers. 14: «Aconseja que hagan una estatua de la primera bestia». Quiere decir que estas falsas religiones se hacen servidoras de la primera bestia (del poder político romano). Son religiones oportunistas que se hacen servidoras de los señores del mundo, predican la sumisión religiosa a las autoridades sin condenar el mal que producen muchos sistemas políticos y económicos. Ellas convierten, sin darse cuenta, el poder político en un falso dios (=estatua, o ídolo de barro). 

Vers.17: Este falso dios puede proteger y condenar a quienquiera, puede dar pan y vender a quien tiene el sello, a quienes son aliados suyos. A esto se refiere la marca: son los aliados de los poderosos de este mundo, y los no-aliados (los que no tienen la marca o el sello) no pueden comprar ni vender. (También nosotros lo vivimos muy de cerca). 

Vers. 18: «La cifra de esta segunda bestia es 666». En muchos escritos de aquel tiempo era común dar una cifra a cada letra del alfabeto y se lograba así escribir con cifras los nombres de algunos personajes. Era como un juego que el lector tenía que descifrar. 

5. ¿Cómo descifrar el enigma? 

La cifra 666 se puede calcular de varias maneras, pero corresponde, sin duda, a algún emperador romano, posiblemente a Nerón que con sus locuras mataba a los cristianos que eran para él igual que perros. 

La forma más aceptada de interpretar el 666 es la siguiente: 

La cifra 7 es el símbolo de la perfección (representa en lenguaje actual al alumno que se sacó un 10). 

La cifra 6 es el signo de lo imperfecto, representa al que trató de ser 7 y no alcanzó a serlo.

El 7-1=6 es el imperfecto, es el malo. La cifra 3 significa la plenitud. 

Ahora bien 3 veces 6 es la plenitud de lo imperfecto, es la plenitud de lo malo. En este caso le vendría perfectamente a Nerón. 

Nos damos cuenta de que este dato de 666 debió ser tomado como puzzle para buscar al hombre perverso de aquel tiempo. 

Ahora bien, hermanos, es una locura, como lo hacen algunos contrarios a los católicos, aplicar a la fuerza esta cifra al Papa, como si Pedro, el primer Papa de la Iglesia de Cristo, y sus legítimos sucesores debieran identificarse con el emperador romano que mataba a los cristianos. Estas fantasías de los anticatólicos no tienen nada que ver con la Biblia. Hay mucho más que podría escribir acerca de este tema, pero creo que esto es suficiente para comprender estos textos en su verdadero sentido. 

Es muy doloroso ver que algunos indican con el dedo al Papa -una persona tan bien intencionada entre nosotros- y le dan el título de «el demonio» o «la bestia». Siempre ha existido esta maldad, que es producto de la ignorancia atrevida. No olvidemos que cuando Jesús expulsaba a los demonios y hacía el bien a todos, los mismos fariseos (gente muy religiosa de aquel tiempo) lo acusaban como el hombre poseído por Belcebú, el jefe de los demonios (Mc. 3, 22). 

Cuesta pero es así que debemos practicar las palabras de Jesús desde la cruz: «Padre, perdónales, que no saben lo que hacen» (No saben lo que dicen). 

Pero si al Maestro lo calumniaron así, ¿qué les tocará a sus seguidores? «Todo el mundo los va a odiar ustedes por mi causa: pero el que siga firme hasta el fin éste será salvado» (Mt. 10, 22). «Ningún discípulo es más que su Maestro» (Mt. 10, 24). 

Para terminar, una última palabra para aquellos que usan la ignorancia de gen-te de buena voluntad para meterles cosas raras y tonterías en la cabeza y así condenar y calumniar a medio mundo. «Cualquiera que hace caer en pecado a uno de estos más pequeños que creen en mí, mejor le fuera ser hundido en lo profundo del mar con una piedra de molino amarrada al cuello. ¡Qué malo es para el mundo que haya cosas que hacen pecar al hombre! Siempre habrá escándalos pero pobre del hombre que sea causa de ellos» (Mt. 18, 6-7). 

¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a las sectas? 

Ante el embate de las sectas corremos el peligro de reaccionar bruscamente y con poca caridad. Ciertamente hay que enfrentar el problema pero en forma positiva. 

1) No hemos de usar nunca el ataque directo y exaltado porque esto iría contra el gran mandamiento del amor fraterno. 

2) Para el cristiano el mejor camino será siempre presentar la verdad con amor e invitar a seguir el verdadero camino de Cristo. 

3) Usar un sano discernimiento, rechazando lo malo que vemos en ellos y aprovechando lo que es bueno y valioso para integrarlo y vivirlo en nuestros grupos. 

4) Presentar claramente los peligros de las sectas que son muchos: -Las sectas manipulan la Palabra de Dios al interpretarla literalmente y al servicio de sus propios intereses. -No aceptan la libertad de decisión religiosa de las personas y alienan con presión moral y con métodos de coacción. -Caen en el subjetivismo y se dejan arrastrar irreflexiblemente por un gran culto a la persona del líder. -Confunden la emoción con el ser buenos cristianos y no son críticos ante la Biblia, ni ante la política y la sociedad. 

5) Hemos de tratar de ser cada vez mejores católicos evitando los defectos en la forma de vivir nuestra religión y cambiando todo aquello que anda mal. 

6) A los católicos y cristianos en general nos corresponde conocer y vivir mejor la doctrina cristiana. Hemos de activar nuestros grupos y formar más comunidades fraternas y responsables que sean más bíblicas y apostólicas. 

7) Todo católico ha de permanecer firme en las filas de la Iglesia Católica, ya que solamente por medio de la Iglesia Católica podemos alcanzar la plenitud de los medios de salvación. 

8) Es fácil constatar cómo las sectas atacan a la Iglesia Católica. Nosotros, siguiendo la Ley de Cristo, tratemos de devolver bien por mal y bendición por maldición. Busquemos lo que nos une y no lo que nos separa. Que nunca salga de nuestros labios una ofensa o un insulto hacia los que no creen como nosotros. Tenemos que orar al Padre de los cielos para que, llevados de su Santo Espíritu, se restablezca en la Iglesia la unidad perdida.

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